El Olam - El Dios Eterno
Isaías 40:28
Si nos ponemos a pensar un poco, el mañana, aunque futuro, puede parecer a nuestra vista como una duración de largura considerable; pero el ayer, cuando es pasado, ¡qué corto es! ¿verdad? Si pensamos nuevamente, una hora del día, puede ser llenada con una gran variedad de incidentes, que pueden requerir muchas horas para narrarlas, pero, ¡qué corto, qué contraída es una vigilia de la noche, en la cual dormimos y despertamos, y no sabemos que el tiempo ha pasado!
Ahora bien, podríamos pensar también que cuánto más anciano es el hombre, más sabio debería ser, pero, en comparación con la eternidad, nuestro mundo no ha existido más que un momento, si comparáramos los años de vida promedio de un hombre. Los más sabios de entre los hombres son, en el mejor de los casos, la encarnación de la debilidad y la necedad misma. En Isaías 40:21 leemos estas preguntas: “¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?”. En este pasaje Isaías recurre a la intuición básica del hombre, sin mencionar para nada el mandamiento divino ni la revelación. Aun sin conocer la revelación, los hombres tienen sentido común suficiente, si es que lo emplean, para darse cuenta de que existe un Dios que ha creado todo, pero igual no lo buscan para honrarlo (Romanos 1:18-23).
Nuevamente en Isaías 40:28, vemos como el profeta vuelve a preguntar: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance”. De tal manera, a la vista de Dios, y en comparación con los años de vida y sabiduría de un hombre, realmente no son nada para El Dios Eterno.
Para realzar nuestra concepción de la eternidad de Dios, debemos de contrastar la duración de aquellas cosas naturales que parecen para nosotros tener la más grande estabilidad, entonces podríamos decir al igual que el escritor de Hebreros: "Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra; Y los cielos son obras de tus manos: Ellos perecerán, mas tú eres permanente; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura; Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Empero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán" (Hebreos 1:10-12).
Pocas criaturas vivientes viven tan largo como vive el hombre; pero la brevedad de la misma es tal que: "Nuestros días cual sombra sobre la tierra, y no dan espera" (1 Crónicas 29:15); "Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza...Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien. Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja á la comida" (Job 7:6; 9:25,26).
En contraste, la duración de la eternidad de Dios es exhibida en tal manera que: "Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuánto tengo de ser del mundo. He aquí diste á mis días término corto, Y mi edad es como nada delante de ti: Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive" (Salmo 39:4,5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario