jueves, 18 de noviembre de 2010

Los Nombres de Dios: El Olam


El Olam - El Dios Eterno
Isaías 40:28

Si nos ponemos a pensar un poco, el mañana, aunque futuro, puede parecer a nuestra vista como una duración de largura considerable; pero el ayer, cuando es pasado, ¡qué corto es! ¿verdad? Si pensamos nuevamente, una hora del día, puede ser llenada con una gran variedad de incidentes, que pueden requerir muchas horas para narrarlas, pero, ¡qué corto, qué contraída es una vigilia de la noche, en la cual dormimos y despertamos, y no sabemos que el tiempo ha pasado!

Ahora bien, podríamos pensar también que cuánto más anciano es el hombre, más sabio debería ser, pero, en comparación con la eternidad, nuestro mundo no ha existido más que un momento, si comparáramos los años de vida promedio de un hombre. Los más sabios de entre los hombres son, en el mejor de los casos, la encarnación de la debilidad y la necedad misma. En Isaías 40:21 leemos estas preguntas: “¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?”. En este pasaje Isaías recurre a la intuición básica del hombre, sin mencionar para nada el mandamiento divino ni la revelación. Aun sin conocer la revelación, los hombres tienen sentido común suficiente, si es que lo emplean, para darse cuenta de que existe un Dios que ha creado todo, pero igual no lo buscan para honrarlo (Romanos 1:18-23).

Nuevamente en Isaías 40:28, vemos como el profeta vuelve a preguntar: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance”. De tal manera, a la vista de Dios, y en comparación con los años de vida y sabiduría de un hombre, realmente no son nada para El Dios Eterno.

Para realzar nuestra concepción de la eternidad de Dios, debemos de contrastar la duración de aquellas cosas naturales que parecen para nosotros tener la más grande estabilidad, entonces podríamos decir al igual que el escritor de Hebreros: "Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra; Y los cielos son obras de tus manos: Ellos perecerán, mas tú eres permanente; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura; Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Empero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán" (Hebreos 1:10-12).

Pocas criaturas vivientes viven tan largo como vive el hombre; pero la brevedad de la misma es tal que: "Nuestros días cual sombra sobre la tierra, y no dan espera" (1 Crónicas 29:15); "Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza...Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien. Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja á la comida" (Job 7:6; 9:25,26). 

En contraste, la duración de la eternidad de Dios es exhibida en tal manera que: "Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuánto tengo de ser del mundo. He aquí diste á mis días término corto, Y mi edad es como nada delante de ti: Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive" (Salmo 39:4,5).

Los Nombres de Dios: El Roí


El Roí - “Dios que me ve”
(Génesis 16:13)

Absolutamente, no debemos de dudar que todo lo que ocurre en nuestras vidas  forma parte de un plan maravilloso, el cual Dios ha establecido para nosotros. Pero muchas veces, cuando los problemas vienen a nuestra vida podemos llegamos a pensar ¿Son las circunstancias tan hostiles que desalientan nuestro corazón?

Cuando leemos el pasaje de Génesis 16:1-16, podemos ver como las circunstancias que estaba pasando Agar, la sierva de Sara, esposa de Abraham, y que por motivo de la esterilidad de Sara, no le daba hijos a Abraham. Sintiéndose responsable de la situación, Sara toma la iniciativa para una solución. El plan de Sara era que Agar, su sierva adquirida en Egipto, sea la madre biológica del hijo de Abraham, y ella la madre legal. Según códigos de leyes encontrados, esta práctica era común en ese tiempo, similar al recurso de los bebé-probeta o de matriz-sustituta de nuestros tiempos.

Pero surge un conflicto entre Sara y Agar una vez que ésta queda embarazada de Abraham. Además de los celos y menosprecios, el conflicto se agrava por el temor de Sara de perder ante Agar su lugar de señora de Abraham (Prov. 30:21–23). Sara consigue primero el apoyo total de su esposo y luego aflige a Agar de tal manera que ésta huye y se dirige a Egipto por el camino del desierto de Shur al sur de Beerseba.
En su huida por el desierto, Agar recibe la visita del ángel de Jehová, junto a una fuente de agua en el desierto. El ángel además de aconsejarla, le da a Agar una promesa muy grande, que multiplicaría su descendencia con Ismael, la cual no podrá ser contada por su multitud, “porque Jehová había oído su aflicción”.
Ella invocó el nombre de Jehovah, que hablaba con ella, y dijo: "Tú eres un Dios que me ve". Pues pensó: "¿Acaso no he visto aquí al que me ve?" (Génesis 16:13)
Agar Pensó que nadie oía  su clamor, pero Dios si la oía, ella pensó que  su problema no le interesaba a nadie, pero Dios se intereso en ella

Las aflicciones que vienen a nuestra vida, son temporales, y la más fuerte de ellas no se puede comparar con la gloria que se va a manifestar en nosotros. 

En vez de ahondar en los síntomas de la realidad imperante,  meditemos en las promesas de Dios, para nuestras vidas, las cuales son agradables y perfectas. 

En vez de someternos a la derrota o al desánimo,  alabemos a Dios por su bondad y providencia, la cual nunca nos dejara, ya que al ha prometido estar siempre de nuestro lado.

Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.
(Salmo 34:19)

viernes, 5 de noviembre de 2010

Los Nombres de Dios: Jehovah Nissi


Jehovah Nissi
Jehovah es mi Estandarte.

El estandarte reafirma la presencia de la insignia que porta y hasta cierto punto aún nos da un sentido de propiedad e identidad. Se utiliza para identificar o representar a una persona, o grupo de personas. También puede servir para transmitir señales.

Si leemos el pasaje de Éxodo 17:8-16 leemos como Israel peleo contra Amalec en la batalla de Refidim, y en el versículo 15, vemos como Moisés edifico un altar para ofrecer un sacrificio en agradecimiento a Dios por la victoria del pueblo en dicha batalla, y le puso por nombre a este altar Jehová-Nissi; esto es “Jehová es mi estandarte”.

Al poner nombre al altar, Moisés siguió el ejemplo de Jacob, que había llamado a uno de sus altares El Elohe-Israel (Gén. 33: 20). El nombre del altar de Moisés significaba "Jehová es mi estandarte" y tenía el propósito de glorificar a Dios por la victoria sobre los amalecitas. "La vara de Dios" (Exo. 17: 9)  había sido mantenida en alto por Moisés durante la batalla, como los soldados mantienen en alto sus estandartes; y como los soldados siguen al estandarte, Israel había seguido las direcciones de Dios. Así el Señor se convirtió en su estandarte. Mientras estuvieron en Egipto, con frecuencia habían visto los estandartes militares de los ejércitos egipcios que llevaban la representación pictórica de sus dioses: Amón, Ra, Ptah, Sutekh y otros, y cuyas divisiones recibían el nombre de esos dioses. Al darle a ese altar el nombre "Jehová es mi estandarte", Moisés usó un lenguaje familiar y al mismo tiempo llamó la atención al hecho de que el estandarte del Señor era más poderoso que los emblemas de los amalecitas.

Moisés, Josué y los israelitas se enfrentaron a Amalec, vencieron, pero aprendieron que una actitud de alabanza, adoración, de creerle a Dios y esperar en él, de trabajar juntos, y detener los unos las manos de los otros, y pelear conforme a lo dicho por Dios, les dio la victoria, no sus estrategias, sino la dirección y respaldo de Dios, por eso después de la victoria, se levanto un altar (más alabanza, más adoración, más ofrenda) al cual se le llamó Jehová Nissi en reconocimiento al Dios que fue al frente en la batalla, dándoles identidad y dirección, y fue con ellos como su Bandera, como su Estandarte.

¿Cuál fue la lección principal de la batalla de Refidim?
Con el relato de este pasaje, el Señor enseñó a todas las generaciones que tiene el poder de salvar a su pueblo peregrino de cualquier exigencia, aún la de la guerra.
Aun los más grandes líderes se cansan. ¡Benditos son los fieles hermanos y colaboradores que mantienen en alto las manos cansadas! Sin ellos no habría victorias. Nunca se debe dejar de apoyar y orar por aquellos que el Señor ha puesto en lugares de responsabilidad. Sin la firmeza de Aarón y Hur se hubiera perdido la batalla de Refidim. 

Deje que el altar suyo tenga inscrito el nombre Jehovah-Nissi, y que sea él, el estandarte de su vida.

Los Nombres de Dios: Elohim

Elohim
La fortaleza y el poder de Dios, El Creador

John C. Mosma, en su libro “Tras el velo de lo desconocido”, escribe de un viaje realizado por el emperador Napoleón por el mar Mediterráneo. Una noche, clara y estrellada, se reunieron con él en cubierta un grupo de científicos que comenzaron a discutir las diferentes teorías acerca del origen del mundo. La mayor parte de ellos negaba que el cosmos fuera la obra creativa de un Dios todopoderoso. Napoleón escuchó con atención, y al principio no hizo ningún comentario. Finalmente, señalando a un científico que estaba negando vehementemente la existencia de Dios, señalando a los cielos exclamó: “¿Y quién hizo estas estrellas? ¿La ciencia natural?”, o “¿se hicieron a sí mismas? Caballeros, no estoy de acuerdo con ustedes ¡en absoluto!”.

Creo que podríamos decir que estamos de acuerdo con Napoleón, Génesis 1:1 dice: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra." Literalmente dice: "En el principio Elohim, Elohim creó los cielos y la tierra."

Elohim es una palabra hebrea que tiene dos raíces gramaticales: "El" que significa fortaleza y poder ilimitado, y "Allah" que significa guardar o mantener una promesa. Elohim es también un nombre plural,  con lo cual vemos una indicación de la naturaleza de Dios, como la vemos en la Santa Trinidad: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, quienes   estuvieron presentes en la creación (vea Juan 1:3), aunque no debemos de olvidar que en la cosmovisión judía, no hay nada implícito o tenían noción sobre la trinidad, ya que ese pensamiento solo se da en la perspectiva cristiana del nuevo testamento.

Quizás  algo parecido a lo de Napoleón, le sucedió al rey David, mientras estaba atendiendo a las ovejas en una noche clara con las estrellas  brillando espectacularmente en el cielo, me imagino a él tomando su instrumento de cuerdas,  y comenzando a rasguear  las mismas, se inspira  y canta "Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. La tierra está llena de la gloria de Dios" (Salmo 19:1). 

El Salmista David descubrió eso y declaró: "! Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos"  (Salmo 8:1).

La grandeza de los cielos siempre ha impresionado a los hombres. Los astrónomos hablan de mas de mil millones de estrellas; algo como cien millones han sido fotografiadas. El hombre moderno trata de explicarlo por teorías naturalistas, pero en otros momentos vuelve a usar la astrología de los antiguos paganos quienes adoraban a los astros.

Para el salmista David toda esta grandeza aclama la gloria de Dios, el que creó todo.

lunes, 26 de julio de 2010

La Salvación por fe, a todos los hombres. Romanos 1:16-17 (2da. parte)


El MEDIO de la Justificación.

Ya hemos hablado anteriormente, que el pecador obtiene la justicia de Dios, por medio de la fe, o sea que nadie puede ser justificado sino por la fe, pero, sin embargo, nadie es justificado sobre su fe. Para explicar lo anterior, debemos de tener en cuenta que la fe, en sí misma, no salva al pecador, ya que solo lo salvara sí y solo sí, le lleva a Cristo, que es quien le salva, lo que nos lleva a concluir, que aún cuando la fe es un medio necesario para la justificación, no es en sí misma la causa o la base de la justificación.

Para aclarar mas este punto, se puede decir que Pablo, nunca está diciendo que los creyentes son justificados por causa de su fe, ya que si la fe fuera la base de la justificación, la fe se convertiría entonces en una obra meritoria para el creyente, con lo que el evangelio se basaría en una justificación por las obras del creyente, algo que Pablo rotundamente niega (Rom. 4:4; 11:6; Gal. 5:1-12). Realmente Pablo considera la fe, no como la causa de la justificación, sino que, más bien la ve como la mano vacía del pecador, extendida, que recibe la justicia de Dios, gratuitamente, al recibir a Cristo.

La fe, no es algo que pueda ya estar en el alma de cada uno de nosotros, que solo se necesite ser dirigida hacia Cristo, para que la misma pueda ser efectiva en uno mismo, sino que al contrario, esta es creada en el alma nuestra por el Espíritu Santo, cuando nacemos de nuevo, en Cristo. La fe no es algo que el hombre pueda darle o regalarle a Dios, muy al contrario es, el regalo de Dios para el hombre.


B. La salvación al hombre sin excepción

La salvación del hombre caído, por medio de la única condición de la fe en Cristo, es dada a todos los hombres sin excepción alguna, judíos o no judíos (gentiles). Esto era algo difícil de entender por los grandes maestros del judaísmo, ya que muchos de estos judíos, creían que Dios mostraría su misericordia y amor, solamente al pueblo de Israel. Si alguno que no fuera del pueblo de Israel, algún gentil, quería ser salvo, según su entendimiento, los judíos pensaban que el mismo debía de someterse a la ley de Moisés, debiendo de ser circuncidado, y por consiguiente, convertirse en miembro del pueblo judío, para que con esto Dios pudiera salvarle.

Al contrario, Pablo nos muestra que esto no es así, ya que todo aquel que cree en el evangelio, sin distinción de raza y sin distinción de cualquiera otra cosa, tiene la promesa de la salvación, que es en Cristo Jesús.

Esto, como que no era algo nuevo que se estuviera predicando, o que Pablo fuera el primero en predicarlo. Lo mismo ya se había enseñado en el Antiguo Testamento, algo que Pablo tiene muy presente, ya que para sentar la base de la doctrina de la justificación por la fe, que como ya lo hemos dicho anteriormente, es la base del evangelio y tema de esta carta a los romanos, Pablo cita a Habacuc 2:4.

Pero antes de desarrollar el tema de la justificación por la fe, Pablo, desde el versículo 1:18 hasta el versículo 3:20, nos muestra el hecho que todos los hombres son pecadores, que ni uno sólo puede llegar a ser justificado por una obediencia personal a la Ley. El hombre puede buscar de muchas maneras estar en una correcta relación con Dios, pero con sus obras no podrá nunca poder hacerlo, será solamente por su absoluta fe en el amor de Dios, demostrada por la obra de Jesucristo su hijo, que hará posible que el hombre, no importando su nacionalidad, entra en esa estrecha relación con Dios.


Conclusión

Para concluir este tema, debemos de tener en cuenta, el no confundir la justicia que nos fue dada, o imputada, la cual hemos recibido por la fe, con “actos, u obras personales” de justicia que algún creyente pudiera hacer, como resultado de la obra del Espíritu Santo, que habita en sus corazones al momento de haber creído en Cristo. Estas obras personales, no le añaden nada o le dan valor a nuestra justificación.

La justicia por la cual hemos sido justificados, no es algo que nosotros hayamos hecho por nosotros, o algo que de nuestro interior hayamos hecho crecer o dirigir, sino que, muy al contrario, fue algo que se hizo para nosotros y se nos fue imputado.

Es la obra que Cristo hizo, y al mismo tiempo sufrió para satisfacer las demandas de la ley, que somos justificados. Es por su sangre derramada, por su muerte, por su obediencia, que somos hechos justos en El, y somos justificados por El.

La justicia de Dios, revelada en el evangelio, por el cual somos hecho justos, es la justicia perfecta de Cristo, que cumple completamente todos los requisitos de la ley a la que todos los hombres están sujetos y la que todos los hombres han quebrantado.

Para tratar de ejemplificar lo anteriormente escrito, veamos el siguiente caso: Supongamos que hemos sido encontrados culpables de un gran delito en un proceso judicial, y el juez nos ha condenado a la pena de muerte, por este delito. No tenemos ya nada que apelar, pues todos los recursos han sido agotados, solamente esperar que la sentencia sea ejecutoriada. Pero, cuando ya no teníamos esperanza alguna, el juez nos indica que nos da una medida sustitutiva para evitar la pena de muerte, y nos concede una fianza para salir libres. Pero de nuevo, recibimos una nueva desilusión, al comprobar que la fianza es demasiada elevada, y que no tenemos con qué pagarla, ni trabajando día y noche toda nuestra vida, podemos llegar a pagarla. Y de repente, el juez hace una excepción y nos da otra salida, y nos dice que él nos dará con que pagar esta fianza tan grande, y lo hará de una manera gratuita, que lo único que tenemos que hacer es…aceptar dicha oferta. Oh, qué alegría, el juez nos ha dado con que pagar la fianza para que salgamos libres!!

Como nos sentiríamos, si nos pasara algo parecido? No estaríamos sumamente felices y agradecidos con el juez?

Pero nuestra felicidad, no nos deja ver, que aunque somos libres de muerte, también somos o nos hemos convertido en deudores del juez que pago la fianza por nosotros verdad?

Que nos queda por hacer?

Si somos consientes de esto, lo que nos queda por hacer es pues, pagar de alguna manera la deuda, con alguna obra de agradecimiento por haber sido liberados de una muerte segura.

En eso nos hemos convertido, todos aquellos que hemos sido justificados por la fe en Cristo. Ahora somos deudores de Él, para toda nuestra vida…hagamos entonces obras de agradecimiento mientras vivamos.

Dios les bendiga.