viernes, 16 de julio de 2010

Quién es sabio y entendido entre vosotros?

El hombre actualmente está cada día confiando mas en el conocimiento alcanzado por el mismo. La ciencia esta tan avanzada que llegan a decir que tarde o temprano nuestro fin llegará, y no el fin pronosticado por la Biblia, sino que el fin innegable que predice dicha ciencia, un fin que podría venir por varios medios, o por la suficiente evidencia tangible que se tiene que cada decena o cientos de millones de años, al menos un gran meteorito choca contra nuestro planeta, exterminando gran parte de la vida sobre este, etc.


Pero esta forma de pensar no es nueva, el apóstol Pablo ya hablaba de esto en su carta a los Romanos (1:18-22), en donde nos indica que los hombres “Profesando ser sabios, se hicieron necios”, “Pues Habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”.

Santiago en su carta, hace esta pregunta retorica “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?” (3:13), y hace la pregunta no porque esté buscando al sabio y entendido, sino como sigue escribiendo, está afirmando que si alguien es sabio y entendido, esa persona mostrará su sabiduría mediante una vida recta, y mediante su mansedumbre sabia.

Para Santiago el sabio no es el sabelotodo, que siempre tiene una respuesta preparada de antemano para cada pregunta. El sabio es aquel que ha comprendido la naturaleza y el propósito del saber. Verdaderamente sabio es aquel que sabe para qué sabe, que sabe lo que sabe, y fundamentalmente, que sabe lo que ignora. El entendido, de la misma manera, no es aquel que tiene la capacidad de comprender todas las cosas, sino aquel que comprende la naturaleza y el propósito de las cosas y que, justamente por eso, tiene la capacidad de enseñarlas a otros.

Pero la “sabiduría” del hombre, la “sabiduría terrenal”, como dirá más adelante Santiago (3:14–16), produce celos amargos, contiendas, rivalidad, jactancia, miente en contra de la verdad, perturbación y gran variedad de prácticas perversas. En cambio, la “sabiduría” que viene “de lo alto” (3:17, 18), produce paz, pureza, benignidad, buenos frutos, imparcialidad y sinceridad, literalmente, sin hipocresía.

Un antiguo proverbio árabe dice: “No digas todo lo que sabes, no hagas todo lo que puedes, no creas todo lo que oyes, no gastes todo lo que tienes; porque el que dice todo lo que sabe, el que hace todo lo que puede, el que cree todo lo que oye, el que gasta todo lo que tiene, muchas veces dice lo que no conviene, hace lo que no debe, juzga lo que no ve, gasta lo que no puede”. Así también el apóstol Pablo recomendó a los corintios no confiar en la sabiduría de este mundo (1 Cor. 1:5, 17; 2:1–5), aunque sí afirmó que: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero una sabiduría, no de esta edad presente, ni de los príncipes de esta edad, que perecen. Más bien, hablamos la sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que Dios predestinó desde antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Cor. 2:6, 7).

Pablo y Santiago desprecian la sabiduría pretensiosa y jactanciosa del mundo, pero revalorizan la sabiduría de Dios, una sabiduría que el mundo no comprende, pero que es la que verdaderamente hace girar a este mundo.

No hay comentarios: