sábado, 15 de diciembre de 2007

Ser Conscientes de Dios. II Parte

Continuando con el tema anterior, hablaba de un segundo aspecto que debemos de tomar en cuenta en la revelación que Dios hace de sí mismo, validándose de la creación hecha por el, que nosotros le llamamos naturaleza. A este segundo aspecto le podríamos llamarle una revelación interior o, al menos, la capacidad interior de sentirla o recibirla. Acá vuelvo a mencionar que ninguna persona en su estado natural ha llegado realmente a conocer a Dios en el sentido bíblico más cabal, pero, todas las personas tienen la capacidad de recibir la revelación natural. Pablo se refiere a esta capacidad cuando dice que "lo que de Dios se conoce les es manifiesto" (Rom. 1:19).

Veamos un ejemplo sencillo. Supongamos que venimos manejando por una calle y vemos una señalización que dice: "Desvío girar a la izquierda". Pero ignoramos esa advertencia y continuamos conduciendo de frente y no hacemos el desvío a la izquierda. Pero para nuestra mala suerte, hay un oficial de policía cerca que nos hace el alto y nos impone una multa. ¿Qué excusa podríamos tener? Podríamos decir que no vimos la señalización. Pero no hará ninguna diferencia, por que, mientras estemos conduciendo el automóvil la responsabilidad de ver las señales de tránsito y obedecerlas les nuestra. Aun más, seremos responsables si, por haber ignorado tal señalización, nos caemos por un barranco destruyéndonos a nosotros y a nuestros pasajeros.

Pablo nos está diciendo, primero, que hay una señalización. Es la revelación de Dios en la naturaleza. Segundo, podemos “verla”. Si elegimos ignorar la señalización, y arriesgarnos a un desastre, la responsabilidad será solo nuestra. El juicio de Dios (como el del oficial de policía, al imponer la multa) se debe a que siendo conscientes de Dios nos negamos a reconocerle como Dios, y no, a que no le hayamos podido conocerle. Pablo mismo escribe: "de modo que no tienen excusa; pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios" (Ro. 1:20-21).

Este párrafo que Pablo escribe, no está diciendo que la señalización está ahí pero que está oculta, que sólo la podremos ver si miramos detenidamente con un microscopio, como si fuéramos unos científicos. Pablo está diciendo que la señalización es bien clara. Es como un anuncio publicitario. No hay nadie, no importa lo tonto o insignificante que sea, que pueda tener como excusa no haberla visto. Hay suficiente evidencia de Dios en una flor de forma tal que tanto un niño como un científico pueden ser conducidos hacia Dios. Hay suficiente evidencia en un árbol, un río, un grano de arena, una huella dactilar, para hacernos glorificar a Dios y agradecerle por revelarse a nosotros. Este es el camino del conocimiento de Dios, pero lamentablemente las personas no lo tomarán. Pondrán a la naturaleza o a partes de la naturaleza en lugar de Dios y se encontrarán con sus corazones entenebrecidos, duros y necios.

Juan Calvino llega a esta conclusión: "Pero aunque no tenemos la posibilidad natural de alcanzar el conocimiento puro y claro de Dios, no tenemos excusa, ya que la torpeza es nuestra culpa. Y tampoco podemos pretender ser ignorantes sin que nuestra conciencia nos acuse de bajeza e ingratitud".

Cuando Calvino habla de la bajeza y la ingratitud del hombre, nos trae al segundo punto que expuse en el argumento de Pablo a los romanos, el hecho de que todos hemos rechazado a Dios a pesar de la revelación que Dios hace de sí mismo en la naturaleza. Sin embargo, cuando Pablo desarrolla este punto en Romanos (vs. 18), también nos da la razón y el porque de nuestro rechazo, y esta se encuentra en la frase "que detienen con injusticia la verdad".

Acá quiero ir al griego original en que esta escrita esta carta, para explicar la palabra traducida "detienen", que en griego es "katechein", y que significa "sostener", "sujetar", "mantener", "coger", "contener", "restringir", "reprimir". El término entonces, en un sentido positivo se utilizaba para significar estar sujetos a algo que es bueno. Pablo nos habla en otra de sus cartas de "estar asidos a la palabra de vida" (Fil. 2:16), y en un sentido negativo, esta palabra se utilizaba para significar cuando equivocadamente se restringe o impide algo. Es así como en las nuevas traducciones de la Biblia, este párrafo de Romanos 1:18 lo traducen como lo que "detienen la verdad con su maldad" (NIV), "detienen la verdad con injusticia" (NASB), y "mantienen la verdad encarcelada en su maldad" (JB).

En otras palabras, el ser humano está "enterrando” la verdad, por lo que entonces, esta es la naturaleza del problema, y la ira de Dios se revela desde los cielos contra los seres humanos, no porque simplemente o por descuido, no se han dado cuenta de la verdad, sino, más bien, porque en lo profundo de sus corazones, con maldad y deliberadamente, han reprimido lo que sabían o han aprendido sobre Dios.

Toda persona tiene el conocimiento suficiente para volverse de su forma de vida hacia Dios y así, por lo menos, comenzar a buscarle. Pero este conocimiento, en vez de aceptarlo, ha sido rechazado o reprimido, deteniendo la verdad, ya que amenaza con demoler el punto de vista y/o estilo de vida de la persona.

¿Por qué hacemos esto?

Si es cierto que, como he señalado anteriormente, el conocimiento de Dios obra siempre para nuestro beneficio, y si, como acabamos de decir, el principio de dicho conocimiento ya se halla presente en nosotros, entonces, sigo con mas preguntas, ¿Por qué lo reprimimos? ¿No tendríamos que recibir esta verdad con los brazos abiertos e intentar tomar más de ella? ¿Acaso las personas son simplemente irracionales en este asunto? ¿O será que el argumento de Pablo es erróneo?

Yo realmente creo que Pablo no está equivocado. Los hombres y las mujeres detienen la verdad, y pienso que el motivo por el cual lo hacen eso, es porque esta en su “naturaleza” rechazar a Dios, no les gusta la verdad sobre Dios, no les gusta el Dios a quien esa verdad los conduce.

Notemos que Pablo comienza estos versículos de Romanos diciendo que la ira de Dios se revela desde el cielo contra "toda impiedad e injusticia de los hombres".

La impiedad tiene varios significados. En esta ocasión no significa que los seres humanos no son como Dios (si bien esto es cierto), sino que además están en un estado de oposición a la naturaleza divina de Dios. Dios es soberano, pero a las personas no les gusta su soberanía. No desean reconocer que hay uno que con rectitud los gobierna. Realmente a nadie le gusta que le gobiernen. Dios es santo, pero a los hombres y las mujeres no les gusta su santidad. Su santidad pone nuestros pecados sobre la mesa. No nos gusta un Dios que ve hasta en lo más recóndito de nuestros corazones y que nos conoce íntimamente. Casi todo lo que puede ser conocido sobre Dios le resulta, de algún modo u otro, repulsivo al hombre natural. Entonces reprime la evidencia que lo podría conducir en la dirección del verdadero conocimiento de Dios.

Y con la segunda palabra que es "injusticia", solo puedo decir que al hombre natural todo lo que sea de Dios le resulta repugnante, pero el motivo sustancial de esta repugnancia es la justicia divina. El hombre y la mujer, no son justos ni son rectos, y están conformes con su falta de justicia y rectitud. En consecuencia, no desean conocer a un Dios que les demandaría imposiciones morales. Conocer a Dios requeriría entonces un cambio en esa forma de ser, en otras palabras, el rechazo a conocer a Dios se basa en causas morales y no intelectuales.

Bueno, hemos llegado a esta altura a la fuente del problema humano. Los hombres y las mujeres han rechazado el conocimiento de Dios. Pero les resulta imposible detenerse ahí. Han rechazado a Dios; pero todavía son criaturas divinas y en su carácter intelectual y moral tienen necesidad de Dios (o de algo que se le asemeje). Al ser reacias a conocer al verdadero Dios y al no poder vivir sin él, porque muy dentro de ellos hay un vacío, algo les hace falta, y como no encuentran como llenar ese vació, se inventan dioses sustitutos para ocupar su lugar. Estos dioses pueden ser por ejemplo, las leyes científicas sofisticadas de nuestro tiempo, los dioses y las diosas del mundo antiguo, griego, romano, etc., o las imágenes bestiales y depravadas del paganismo, o cualquier otra cosa que se les ocurra.

Lo irónico de todo esto es que, los hombres y las mujeres no desean aceptar a Dios, y sin embargo, necesitan algo que ocupe el lugar de Dios.

Podríamos decir entonces, que el proceso de este rechazo del hombre y de la mujer hacia Dios, es un proceso de tres etapas, bien conocido por los psicólogos contemporáneos (que me corrijan los que son psicólogos si me equivoco): el trauma, la represión y la sustitución.
Este rechazo del ser humano a conocer el Dios verdadero choca contra el y lo lastima. Es traumático. Como consecuencia, reprimime lo que sabe de Dios. Pero, este conocimiento de Dios, aunque reprimido, no puede ser destruido, permanece intacto, aunque profundamente enterrado en el subconsciente, su ausencia es sentida, y el Dios verdadero es sustituido por "lo que no es Dios".

Finalmente, llegamos así a la primera afirmación de Pablo, habiendo tomado los tres puntos principales de la porción en el sentido inverso: la ira de Dios se revela contra los seres humanos porque han reprimido lo que comprendían del conocimiento de Dios.

Algunas personas no se sienten cómodas con la enseñanza de que el Dios del universo manifieste ira. Entienden que Dios es un Dios de amor, como sin duda lo es, y eso si lo aceptan, pero no pueden comprender cómo Dios puede poseer ambas características, eso no lo aceptan. En este punto, o no comprenden, o no conocen a Dios. Si realmente conocieran a Dios, sabrían que si El no manifestara ira contra el pecado, fuera un Dios deforme o mutilado, como que le faltara algo, pero realmente a Dios no le falta nada, El es perfecto en su amor, eso es una gran verdad.

Pero Dios también es perfecto en su ira, como Pablo bien nos dice en Romanos, "se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres". De cualquier forma lógica de presentar esta doctrina o enseñanza, la ira de Dios es la primer verdad que debemos aprender sobre él. ¿Por qué no comenzó Pablo diciéndonos que el amor de Dios se revela desde el cielo? No lo hizo porque Dios no sea amor, porque sí lo es, como Pablo nos demuestra en esta carta a los romanos y en otras cartas incluidas en la Biblia. Lo hace para que reconozcamos nuestra profunda necesidad espiritual y que estemos preparados para recibir el conocimiento de Dios a través de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, porque sólo así podremos recibirlo. Cuando los hombres y las mujeres se acercan a Dios jactándose de su supuesto conocimiento espiritual, Dios los declara ignorantes. Si se acercan a Dios jactándose de sus propios logros, Dios no les toma en cuenta eso y no los recibe. Pero si, con humildad, reconocen que han rechazado lo que Dios con claridad reveló en la naturaleza, que no tienen excusa, que la ira de Dios justamente está suspendida sobre ellos, entonces Dios obrará en sus vidas. Les mostrará que ya abrió un camino para que la ira de Dios no caiga sobre ellos, que Jesús lo tomó, y que ahora el camino está libre para que crezcan en el amor y el conocimiento de Dios que es la salvación.


Espero que este tema sea de beneficio para sus vidas, como ha sido para la mía. Continuaré la próxima semana con otro tema, siempre encadenado a esto que estamos viendo, y no se olviden de enviarme sus comentarios o escribirlos en este espacio, que serán bienvenidos.


Que Dios les bendiga siempre.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Ser Conscientes de Dios

Quiero empezar este nuevo tema con las palabras que escribió el gran teólogo Juan Calvino en su libro Institución de la Religión Cristiana, que dicen: "Casi toda la sabiduría que poseemos, es decir, la sabiduría que es verdadera y confiable, puede reducirse a dos cosas: el conocimiento de Dios y de nosotros mismos."

Esta palabras resumen en buena manera a lo que he escrito en los dos anteriores temas, pero, como siempre hay un pero, también me introducen un nuevo problema o más bien otras dudas, muchas dudas mas.

Si es cierto o afirmamos que la sabiduría consiste en "el conocimiento de Dios y de nosotros mismos", entonces; ¿Quién tiene dicho conocimiento? ¿Quién puede verdaderamente conocer a Dios y conocerse a sí mismo?"

Si somos sinceros, debemos admitir, que la única respuesta posible es: "Nadie".
Realmente creo que, nadie puede conocer verdaderamente a Dios, y, también diría que nosotros tampoco podemos conocernos a nosotros mismos en forma adecuada, por el simple hecho de que no hemos conocido a Dios en primer lugar. Pero, de nuevo otras preguntas; ¿Por qué no conocemos a Dios? ¿No es posible llegar a conocerle?, ¿Acaso es su culpa, o la nuestra?

Naturalmente, nos resultaría más fácil culparlo a él, pero, si esta es la respuesta a las preguntas, en donde queda lo de que Dios puede hacer cualquier cosa?, pero por el otro lado, si la culpa es de nosotros (o, podríamos preferir decir, si la culpa está en la naturaleza de las cosas), entonces no hay nada que pueda hacerse, no podríamos llegar al conocimiento de Dios y de nosotros.

Para tratar de resolver este problema, yo les preguntaría, en donde podemos buscar algo que nos interesa conocer, en un lugar en donde haya luz o en un lugar que esta a oscuras. Donde sería más fácil hallar lo que buscamos. Indudablemente la respuesta es: "En donde hay luz".

Entonces, si lo que deseamos es llegar a conocer a Dios, debemos de buscarlo en el lugar que tenga la suficiente luz para poder encontrarlo, y ese lugar es ni mas ni menos que “LA BIBLIA”, es el único lugar con suficiente luz para encontrar a Dios y en ella encontramos que el problema de no conocerle, no es culpa de el sino nuestra, aunque nos parezca no muy grato esta afirmación.

Por lo tanto, el problema tiene solución!!. Tiene solución por que Dios ha tomado la iniciativa de revelarse o darse a conocer a nosotros, por medio de su palabra escrita, La Biblia, y así proveernos con la llave que nos faltaba.

Ahora bien, debemos tomar en cuenta, otro problema, aunque este resulte extraño, que es, el que, la persona que no conoce a Dios, en un cierto sentido, pero igualmente válido, le conoce pero reprime ese conocimiento. Acá debemos ver la diferencia entre "ser conscientes" de Dios y verdaderamente "conocer a Dios". Conocer a Dios significa tomar conciencia de nuestra profunda necesidad espiritual y de cómo Dios puede suplir dicha necesidad, para luego confiar en Dios y adorarlo. Ser conscientes de Dios sería sólo saber que Dios existe y que merece ser obedecido y adorado.

La mayoría de los hombres y las mujeres no conocen, ni obedecen, ni adoran a Dios en forma natural. Sin embargo, son conscientes de Dios.

Esto nos lleva a una de las afirmaciones más importantes que han sido registradas para beneficio de todos nosotros, la cual se encuentra en La Biblia, en la carta del apóstol Pablo a la iglesia recién establecida en Roma, alrededor de los años 56 y 57 d.C., y esta dice así:

“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible, en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” (Rom. 1:18-23)

En este párrafo de la carta de Pablo a los Romanos, se pueden ver muchos aspectos e ideas, pero yo quisiera que podamos ver tres ideas fundamentales, que son estas:

  • Primero, la ira de Dios se despliega contra el hombre natural.
  • Segundo, el hombre ha rechazado a Dios deliberadamente.
  • Tercero, este rechazo ha tenido lugar a pesar de la conciencia que de Dios posee toda persona naturalmente.

Siguiendo con el tema, entonces, tomando la tercera idea, de la conciencia de Dios que toda persona posee naturalmente, podemos ver que, aunque nadie conoce a Dios naturalmente, nuestro fracaso en conocer a Dios no es culpa de Dios, sino que nuestra, ya que Él se ha revelado a sí mismo en dos aspectos, y todos tenemos la oportunidad de poder verlos.

El primer aspecto es la revelación de Dios en la naturaleza. Pablo dice que todo lo que el hombre natural puede conocer sobre Dios ha sido revelado en la naturaleza. Por supuesto, que este conocimiento es un poco limitado y talvez costará un poco ver a Dios en la naturaleza, pero aunque dicho conocimiento resultare limitado a algunos, es suficiente para que nadie pueda usarlo como excusa, como bien dice Pablo, y no seguir de ahí en adelante buscando a Dios en su plenitud.

En un lenguaje contemporáneo, la frases "eterno poder" puede entenderse cómo la palabra “supremacía”, y "deidad" podría ser sustituida por “ser”, por lo cual, podemos entender que Pablo nos está diciendo que la evidencia proporcionada por la naturaleza acerca de un “Ser Supremo” es amplia y enteramente convincente. Dios existe, y los seres humanos lo saben. Quien no ha estado en lugar apartado del bullicio y luces de la ciudad, ya sea un campo que da a una vista de montañas, lago, volcanes, etc., y no tiene esa sensación de algo o alguien muy poderoso tuvo que haber hecho eso.

Entonces, cuando los hombres y las mujeres se niegan a reconocer y adorar a Dios, de acuerdo a esta evidencia, la culpa no está en la falta de dicha evidencia sino en su determinación irracional de no conocerle o no verle.

En el Antiguo Testamento, encontramos en el Salmo 19:1-4, otra clara evidencia de la revelación de Dios en la naturaleza, cuando leemos:

"Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras"

El asunto es que la evidencia de la revelación de Dios en la naturaleza es suficiente para convencer a cualquiera de la existencia y el poder de Dios, eso si y solo si, la persona la acepta.

Bueno, en el próximo escrito seguiré con el segundo aspecto.

Que Dios los bendiga a todos.